viernes, 26 de febrero de 2021

El Píncipe Feliz

1.- El Príncipe Feliz

Autor Oscar Wilde

Adaptación de IPC

 

(Jardín florido dominado por la estatua del Príncipe, el lago y los bejucos)

Abuelo.-  Hola amigos, llegamos juntos al país de la imaginación, para escudriñar el Alma del Príncipe, conoceremos de su desenfadada alegría,  y de la estéril risa de su corazón satisfecho.

Niño.- Mira lucía, cómo brillan los zafiros de sus ojos.

Niña.- Si, es tan hermoso, ayer  lo encontré en mis sueños, y soñé que jugaba conmigo.

Niño.- Cuéntame, dime qué hicieron.

Niña.- Primero un recorrido por los salones del palacio y luego perseguimos pescaditos de colores y acabamos correteando mariposas.

Ñiño.- Que padre, y después …

Niña .- Chin, desperté

Niño.- Mamá, cómprame un helado!

Niña.- Yo quiero un globo!

Abuelo.- Niños, ¿por que no son siquiera tantito, como el Príncipe Feliz, él en medio de toda su riqueza, nunca pidió las cosas a gritos.

Niña.- ¿Usted conoció al Príncipe?, Algunos decían que era un Ángel.

Papá.- Pues yo tengo mis dudas, y viéndolo bien es algo inútil y  debe de haberles costado, una fortuna.

Niña.- En mi sueño su túnica era blanca, y su capa dorado y azul

Papá.- Vámonos mujer, que hablar de tantos sueños y Ángeles, ya me dio hambre

Abuelo.-. Había junto a  la aldea un lago que reflejaba los colores del alba-crepúsculo y los bejucos se mecían entre los caprichos del viento.

Y entre los juncos, junto al más hermoso, revolotea una golondrinita que está de él enamorado, y el día entero pasa frente a él, danzando dibujando con estelas de plana la laguna. (aparece una rana).

Golondrina.- Siiii, yo te amo, te amo desde el día en que te conocí, y puedo jurar que no he tenido ojos, para nadie más, ¿tú me amas?

Abuelo.- Y el capricho del viento hizo dar una reverencia al junco.

Golondrina.- (hondo suspiro) Si, Gracias, que eres bien correspondido, vendrás conmigo y construiré para ti un nido junto al dintel de la pirámide, o lo prefieres en las paredes del cenote azul, impresionante es oír el silencio, tras el rugido del jaguar.

Rana.- Es ridículo que te enamores de alguien así golondrinita, me parece que estas como loca, enamorarse si, pero de alguien tan pobre, es inconcebible.

Golondrina.- A  mí me gusta viajar, y una vez que lo disfrutes, también te encantará. Debes apresurarte, que mis hermanas se fueron ya y hoy vuelan de la segunda catarata,  ¿Vienes conmigo? (  Y el capricho del viento lo hace decir no)

Esta bien, me marcho sin ti, mañana al amanecer, disculpa, no volveré a molestarte, Adiós, Ay de mi, me  duele el corazón, nunca podré olvidarte.

Abuelo.- Era tarde ya, llena de lágrimas y melancolía la golondrina deambuló sin rumbo, al regresar al nido, lo encontró  desecho, y voló buscando otro mientras la noche cerraba. Y al fin lo encontró entre los pies del Príncipe.

Golondrina.- Vaya que suerte la mía, pasaré la última noche en un casi un salón del palacio, de  verdad que es hermosa, buenas noches.

(se dispone a dormir, y es sorprendida por el caer de gotas)  Que extraño, hace una noche espléndida, no hay una sola nube, y sin embargo llueve, es casi de risa el que una habitación tan linda, tenga goteras.

Abuelo.- y al mirar a los ojos del Príncipe, vio lágrimas saliendo de sus zafiros.

           Golondrina.- Hola, ¿quién eres?

Príncipe.- Soy el Príncipe Feliz

Golondrina.- Y si eres el Príncipe Feliz, ¿por qué lloras lágrimas de dolor? 

Príncipe.- Te contaré mi historia, viví mi niñez y juventud en  la paraíso de la despreocupación, no conocí las lágrimas, ni la aflicción. Por mandato real estaba prohibida la entrada al dolor.                                       

Y mi mas grade dolor es el de nunca haber tenido siquiera curiosidad por ver lo que había más allá de las paredes y murallas del castillo. Vivía feliz, si es que al placer, se le puede llamar felicidad. Así viví y morí con mi risa vana, y mi corazón satisfecho, así que ahora que me han elevado tanto,  puedo mirar los cuatro rumbos de la aldea y ver las injusticias y miserias que hay allá afuera, y mi corazón sufre tanto, que aunque es de plomo, sufre y no tengo mas remedio que llorar.

Golondrina.- Hay que historia tan triste, querido Príncipe, yo también tengo herido el corazón, por favor no llores más.

Príncipe.- Golondrinita, no llores y hazme un favor, allá lejos en una humilde choza junto al arrollo hay un viejecita que borda pasionarias a un vestido de seda, y en un rincón entre cobijas raídas, su hijo enfermo, arde de calentura, y ella no tiene nada para darle más que el agua del arroyo. Por eso necesito que le lleves un rubí de mi cinturón para que alivien por unos días su  amargura y desesperación,

Abuelo.- Y la golondrinita, cumplió el mandato sin demora. Y a ala mañana siguiente luego de despedirse de las plazas a su manera, llegó a despedirse del príncipe.

Golondrina.- Buen Día, me vengo a despedir, hoy cala mas el frío y el invierno no tarda en llegar, la naturaleza se prepara a dormir y yo tengo que apurarme para alcanzar a mis compañeras, que hoy vuelan de la segunda catarata.

Príncipe.- Has de perdonar mi egoísmo, necesito que hoy me hagas unos favores mas,  sólo éste día y esta noche te pido que te quedes conmigo y mañana partirás.

Golondrina.- De verdad que no puedo, sin sol y con frío o lluvia, extraviaré mis pasos. Ya perdí muchos días y no puedo retrasarme más.

Príncipe.- Te confieso que sentí un gran alivio a mis penas, con la caridad que me ayudaste a hacer a la viejecita, y si mis pies no estuvieran pegados ala pedestal, con gusto repartiría a manos llenas, lo que queda de mis riquezas, pero no puedo obligarte a que te quedes un día más, pues pondrías en riesgo tu vida.

Golondrina.- De verdad que la ternura de tu corazón y tu melodiosa voz, saben convencer aún a las piedras, solo por hoy, me quedaré a tu lado para ser tu mensajera..

Príncipe.- Gracias Golondrinita, que Dios recompense la bondad de tu corazón.

Abuelo.- Y con grandes esfuerzos la golondrinita trabajó incansablemente todo ese día, llevando trozos de felicidad a los hogares más pobres: rubíes, amatistas, zafiros y más volaron en el pico de la golondrina, que termino rendida. En la mesa de los pobres había comida y en sus corazones contento. Muy temprano se levantó la golondrina al día siguiente y se lavó en el lago para desmodorrarse, y volvió donde el Príncipe.

Golondrina.- Amigo, buen día, brrr, hace un poco de frío, pero no me siento cansada, así que en cuanto salga el sol me iré al Sur. Estoy lista para partir.

Príncipe.- Amiga, creí que ya te habías ido desde  ayer, y comenzaba a padecer, mira alla al otro lado de la ciudad, un joven de pelo negro rizado, duerme sobre la mesa, tiene que trabajar paracomer, pero el hambre y el cansancio lo han rendido, llévale uno de mis joyas por favor.

 Golondrina.- El tiempo es oro, y mis compañeras vuelan hoy de la segunda catarata, así que debo darme prisa para alcanzarlas. Ahora mismo cumplo tu encargo, ¿quieres que le llevo otro rubí?. Y me voy.

Príncipe.- No me quedan más joyas, así que tendrás que llevarle uno de los zafiros de mis ojos.  Con el saldrá de sus dificultades.

Golondrina.- Nooo, no me pidas eso, Yo podría quedarme unas horas más contigo, pero no podría perdonarme, el haberte quitado la vista de la mitad del mundo. Eso no.

Príncipe.- No tengo más que dar, y a mí no me sirven mas, haz lo que te pido.

 Abuelo.- Y la mariposa llorosa, con el regalo del príncipe en su pico, enjugó las lágrimas de la niña, y rauda voló a despedirse por última vez del Príncipe.

Joven.-  Mira, que cosa tan extraña, una golondrina en Invierno.

Golondrina.- Brrrr, encargo cumplido, beso tu frente y tus labios, y me voy.

Príncipe.- Abusando de tu amistad, mira allá en la plaza junto a la iglesia, una pequeña niña que salió temprano a vender cerillos por la calle, resbaló y se le cayeron en un charco, y ahora están inservibles, y si regresa a casa sin un poco de dinero, seguramente la van a regañar, y llora desconsoladamente; podrías llevarle mi último obsequio y luego partirás. Golondrina, golondrinita, haz lo que te mando por favor mi Reina.

Golondrina.- Yo no había conocido el amor, hasta que lo vi en tus ojos, en el primer día que te conocí. Y luego conocerte y saber de la ternura y bondad de tu corazón, es el regalo más precioso de mi vida. No eres mi Príncipe, sino el Rey de mi corazón, y en él vives hasta el fin del mundo, Pro no me pidas, ni me ordenes dejarte ciego, que antes me muero, que dejarte ciego.

Príncipe.- No pierdas más tiempo, el clima no tarda en cambiar y tu vida peligra, vete ya y no vuelvas, después de cumplir mi encargo, te lo suplico.

Abuelo.- La golondrina hecha un mar de lágrimas cumplió la orden y regresó al oído del Príncipe, para decirle.

Golondrina.- Hola Amor, ya regresé he cumplido tu última orden.

Príncipe.- ¡Pero qué haces aquí?, vete ya para que alcances a los tuyos al llegar a la tierra del venado.

Golondrina.- Sí, es hermoso ese paraíso mesoamericano, e impresionante el silencio que sigue al rugido del jaguar, hasta el agua de la cascada parece congelarse. Solo que ahora que estás ciego, no me iré de tu lado, ya ni el frío me cala, y seré tus ojos y tu mensajero para traerte las noticias e tu reino.

Príncipe.- Temo por tu salud, y me  parece maravillosas las cosas que me cuentas de tus viajes, y hasta hoy he conocido el amor verdadero, te amo, y segura puedes estar de ser bien correspondida, y aún cuando me es incomprensible el misterio de porque Dios permita que haya miseria e injusticias, te pido que vueles por la aldea, y me cuentes lo que veas.

Abuelo.- y la golondrina voló para ver lo de siempre: los ricos disfrutando de fiestas y banquetes interminables, en sus magníficos palacios. Y vio los rostros de los desvalidos llenos de angustia, con sus estómagos vacíos y lo contó al príncipe, él acongojado le pidió que separara cada una de las hojas de oro que cubrían su manto, para que se las llevara, y aliviara su miseria, al final de ése día la estatua del príncipe quedó sin brillo, ni belleza. El frío se hizo más intenso, la golondrinita se acurrucó en el oído para decirle.

Golondrina.- Amado Príncipe, beso tus frente y tu boca, para despedirme, no te olvidaré. Sé que tú me amas, como yo te amo.

Príncipe.- ¿Te vas?

Golondrina.- Si me voy, pero no al sur, sino a la morada de la muerte, dicen que la muerte es hermana del sueño.

Abuelo.- Y después de besar al Príncipe, la golondrina cayó muerta a sus pies, conmovido el cielo lloró lentos copos de nieve que arrastrados por el viento frío que empezó a soplar, todo lo cubrieron, el frío fue tan intenso que la estatua del Príncipe se resquebrajó. Y al día siguiente era Domingo y los niños salieron bien abrigados s hacer muñecos y lanzarse bolas de nieve.

Niño.-  Mira, que habrá pasado, el Príncipe ya no es tan bonito como antes …

Papá.- Lo dicho, si antes era inútil, ahora lo es más, mas que príncipe parece un pordiosero.

Mamá.- Si, ahora si no sirve para nada, y mira hasta las golondrinas vienen a morirse a sus pies, ¡qué espectáculo tan repugnante!, vámonos de aquí..

Abuelo.- Al día siguiente los niños al salir de la escuela estaban tristes  desconsolados al ver a los trabajadores desmantelando la estatua el Príncipe, y la llevaron a fundir, en un gran perol, y dicen que el corazón del príncipe no se fundía por más leña que usaron; así que al final tiraron su corazón a la basura, junto a la golondrina congelada, empanizada de hielo fino. Y dice la Leyenda que ése día Dios mandó llamar al Ángel mensajero más querido y le dijo:

Dios.- (voz en off) “Vé a la Tierra, y tráeme, las dos cosas más hermosas que puedas encontrar.”

Auelo.- Y el Ángel voló por todos los continentes y rincones de la tierra de la mañana al atardecer, y no encontró las dos cosas que pudieran ser, las más bellas a los ojos de Dios, y casi cuando cerraba la noche  pasó por la Aldea del Príncipe, y en el basurero encontró el corazón del Príncipe y a la Golondrina, y a Dios los llevó.

Dios.-  “ Has elegido bien Ángel Amado, pues ésta golondrina cantará eternamente en el Jardín del Paraíso, y el Príncipe se unirá al coro de Ángeles para cantar mi Gloria y pronunciar mis Alabanzas, por una Eternidad.”

Abuelo.- Y Colorín colorado, éste cuento se ha acabado, agradezcamos a Oscar Wilde,

todas las enseñanzas que en ésta joya ha encerrado, sean Felices.

 

 

Fin

 

No hay comentarios: