viernes, 26 de febrero de 2021

El Lenguaje de los Pájaros

E.- "EL LENGUAJE DE LOS PAJAROS" TRADICIÓN ORAL BRASILEÑA. Mito de los indios Kamiura (Xingú, Brasil), recopilado por Cica Fittipaldi.

 

Acto Único

Escena Primera

 

Relatora.- Hay hombres de muy distinta luz, en el corazón y la mirada; como distintas son las estrellas que se duermen en el firmamento arropadas por la luz del alba. Y hombres hay de negras entrañas, miradas torvas, y de una luz extraña; hombres que desbocados corren por la vida, sembrando a su paso calamidades; hombres que un día se olvidaron de hacer el bien, atesorando lo que a muchos falta. Hombres que parecieran no ser dueños de sus actos, hasta que el destino los alcanza.

Testigo.- Aquí comienza, aquí principia La historia de éste rey y su Señora Reina, que un día cegados por su soberbia y egoísmo, terminaron por olvidar su respeto hacia todo lo que existe. Desde entonces, tristes e interminables transcurrieron los días en que aquellos reyes se paseaban por el mundo. Tanta era su codicia y maldad que sonrientes se divertían cazando a todo lo que se cruzaba por su camino.

Relatora.- Y las más hermosas, pieles, y flores, adornaban cada rincón de su castillo, y las más hermosas plumas adornaban sus tocados y vestidos. Y dice la leyenda que por extrañas artes mágicas se habían apoderado también de los cantos de las aves y sus trinos. Así los años pasaron, y de tristeza y silencio se fueron llenando los días y los caminos.

(Danza de los Reyes)

Hombre Quetzal.- Ay, qué sol tan inclemente, y qué suerte tan negra la mía que no he logrado cazar siquiera hongos o raíces tiernas, para calmar el hambre de mis hijos. Ay si tan solo pudiera encontrar un puñado de pingüicas para endulzar las lágrimas de mis seres queridos (se sienta bajo un árbol y bebe el agua atrapada entre las hojas caídas),. Si tan sólo pudiera olvidarme de mis responsabilidades por un rato, y quedarme como este árbol de sombra fresca, aquí, al lado del camino.

Ceiba.- Árbol soy si, canto si me mece le viento, y casa soy para aves de distintos vestidos. Antes que el mundo se poblara, a mis abuelos tapizaban el mundo; y como no sudo, ni sufro, ni me acongoja pena alguna, doy calor para dar al hombre, tibio calor de su cuna cuando niño. Se sirve de mí toda la vida y mortaja soy para sus despojos. Urna preciosa que revienta de gusanos ciegos, apelotonados bajo la sombra de la obscuridad.

¡crees ti mi amigo, que mi vida es fácil?, no lo creas, pues es compleja e incesante, siempre creciendo estoy y llenas mis entrañas de savia divina que transforma lo inanimado en alimento, la materia en vida, árbol soy, misterio que crea el aire que alimenta tu vida y sombra fresca para tus cansados pasos.

¿Tú crees que mi vida es fácil, nada lo es, porque lo que fácil viene, fácil se va. Ya aún cuando disfruto mucho, el calor el sol, el viento y la lluvia; es muy enfadoso estar siempre trabajando y siempre despierto, sin descanso. Tú jamás resistirías ser un árbol, ay, cómo me gustaría ser hombre, y tirarme a pierna suelta, bajo una sombra fresca a la vera del camino.

Hombre Quetzal.-  Gran lección me has dado, madre Ceiba, Ceiba inmensa, bien se dice de ti que imagen eres del universo, nueve inframundos, trece cielos.

El encuentro contigo, me presagia que distintos serán desde hoy, mi vida, mi juicio y la luz de mi pensamiento. Mi corazón que se alegra, invita a reír al alma.

Ceiba.- Bien has definido, ésta encrucijada de la vida. Adelante pues, no desmayes.

Ayuda a quien te lo pida, y da lo mejor de ti.

Ahora vete hermano, que ya te alcanza tu destino.

(El hombre se inclina, hace una reverencia y se retira, sin dar la espalda al árbol)

 

Escena Segunda

Testigo.- Casi caía la tarde, cuando al pasar junto a una acequia arbolada.

Relator.- Lo paralizó, un seco y hondo suspiro

Testigo.- Y comenzaron a llover lágrimas continuas

Relatora.- Sagradas gotas Sagradas lágrimas perlas; que las aves desde sus nidos derramaban, y lloraban su rabia, sin voz, ni trino.

Lloraban su debilidad de fuerzas, para luchar contra él, y acabar ya los días aciagos, de vivir temerosos y escondidos.

Testigo.- Ésa tarde, lloraban también la ausencia de la princesa colibrí

, que seguramente en las garras y trampas reales, ¡había caído!

Hombre Quetzal.- Hermanitos pájaros, ¿por  qué lloran tan desconsoladamente?, ¿por  qué sufren con tanto dolor?, ¿Qué tinieblas ensombrecen la dulzura de su corazón,

 Y la pureza de su sino.

Relatora.- y la leyenda dice que ante la imposibilidad del lenguaje, a señas, luego de enjugar sus lágrimas, las aves le contaron, del robo de su voz y del asedio del Rey y su guerreros. Y de las cuitas y penas, de vivir sin voz, ni libre vuelo.

Testigo.- De la miseria de no tener voz para saludar y despedir al sol, que camina entre alboradas. Ni cuerdas bien  timbradas, plagadas de sinfonías de inquietos trinos llenos de dicha y alegrías.

Relatora.- La tarde caía pintando a oleadas, las nubes al final del camino, Esa tarde se fue el hombre, cantando por los caminos.

A la mañana siguiente regresó y juntos planearon cómo romper el maleficio.

Testigo.- Es triste contarlo, pero al día siguiente en que regresó lleno de ánimos y entusiasmo, planeó primero regresar su voz y sus trinos. Y entró al palacio, pero fue sorprendido y ahora está en la cárcel, y ellos mudos surcando el firmamento.

Grande fue la tristeza con que comenzó el día siguiente y una nube de angustia, nubló la soleada mañana.

Rey Quetzal.- Hermanitos, tenemos razones para llorar, pero es inútil.

Por eso tenemos que alentar nuestra esperanza, y he mandado llamar a los hijos de nuestro amigo encarcelado, si nuestro amigo tenía tan buen corazón y tanta disposición en ayudarnos, sus hijos seguramente también nos ayudarán con corazones generosos y decididos. Nada es fácil, mucho menos la libertad,  y la tarea no se acaba,¡ hay que conquistarla cada día!.

Testigo.- El pájaro cardenal que semeja un palpitar al vuelo, con arritmias singulares, llegó hasta los niños, acostados en su cama, modorros y peinados de almohadaso.

Niño.- Mira Helena, qué pájaro más hermoso y qué resplandor hay en sus alas.

Niña.- Mira, observa bien, que creo que algo quiere decirnos, vístete rápido y sigámoslo a donde nos lleve, esto es cosa de magia.

Relatora.- Reunidos en asamblea, los pájaros y los niños, planearon una estrategia para rescatar a la princesa colibrí y a Antonio, el padre de los niños, hombre quetzal.

Los  niños aceptaron gustosos, seguros no sé por qué, de acabar con el maleficio.

Niña.- Madre mía bendícenos, que este día partimos a salvar la voz de los pájaros, de las garras del rey maldito.

Niño.- Nuestro padre regresará ésta tarde a casa si Dios nos asiste.

Mi bendición los proteja, que siempre el bien los acompañe. Mis lagrimas no son de llanto, sino de alegría por su heroísmo, los amo. Y sólo una cosa me resta decirles: “No ataquen asus enemigos de frente, son más fuertes y poderosos, podrían destruirlos. Usen su inteligencia, para tomarlos desprevenidos, adiós, ¡Que el Cielo los ilumine¡

 

( A ritmo heavy, nopal rock transcurre la batalla final)

Testigo.-Los niños entraron a palacio vestidos de payasitos, siempre carcajeándose, como bufones que bien han aprendido su oficio, y llegaron hasta el altar del Rey donde desataron de la caja mágica,  que contenía el maleficio.

Relatora.- Y como un estruendo sinfónico, las aves se alegraron en coro y con misterio todos los cerrojos se corrieron, los candados se hicieron de chicle, y las armas y cuchillos, de delicioso caramelo; y aunque el rey y sus ejércitos siguieron hostigando a la gente y a las aves y animales silvestres.

Testigo.- Les digo que no me lo van a creer, pero nadie los peló en sus intentos, todos los juzgaron de locos e inadaptados, ciegos al correr de los tiempos.

El padre regresó a casa flaco, ojeroso y enfermo; y el amor de su familia y la amistad de todas las aves que se turnaban para visitarlos, pronto lo pusieron bueno.

Relatora.- Ya la historia de ésta leyenda  llega ahora a su fin, por todos los confines reinó la paz y la concordia.

Testigo.-El rey y sus gentes, fueron perdonados, y también obligados a trabajar y vivir como todos, sin distinciones ni egoísmos.

Relatora.- No olvidemos que el respeto de la naturaleza, y la búsqueda del bien común, son llave, herramienta y manantial para construir ¡un mundo humano y feliz!.

 

 

F I N

 

 

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