B.- TALPA
De Juan Rulfo
Acto único
Escena Uno
(Interior de una habitación humilde con piso de tierra, una cama al centro, una
silla y una mesa a la izquierda y un pequeño altar cerca del proscenio enmarcan
el abandono en que vive el personaje, que ha caído en las garras del alcohol.)
Desaliñado y abrochándose la bragueta sale de arriba izquierda, entonando una
canción popular de despecho "Para de hoy en adelante el amor no me
interesa, cantaré por todo el mundo mi dolor y mi tristeza, y aunque sé que de
éste golpe ya no voy a levantarme, aunque yo no lo quisiera, voy a morirme de
amor ...", de súbito se da cuenta de que hay un interlocutor parado junto
a la mesa y afablemente lo convida, mientras sirve dos copas:
Siéntese, la copa está servida, salú ... . Usté me cae bien, y he de sincerarme
contándole la verdad: a Tanilo Santos lo matamos entre Natalia y yo, lo
llevamos a Talpa pa`que se muriera, ... y se murió, desde hacía muchos días nos
había pedido que lo lleváramos, desde aquél día en que comenzaron a salirle
unas ampollas amoratadas repartidas por los brazos y las piernas; de las que
salía cuando reventaban, algo como una goma de copal que destilaba un agua
espesa, fue entonces cuando nos dijo cuánto miedo tenía de no tener ya remedio,
por eso quería ir a Talpa, pa `ver a la Virgen.
(Luz cenital frente al altar, música de la transfiguración)
(Abierto se arrodilla, se santigua con reverencia y musita frases inaudibles
mirando hacia el cielo)
Ella con su mirada le curaría sus llagas, y le daría el remedio para aliviarse
de esas cosas que nuca se secaban. Ya estando allí frente de ella se le
acabarían sus males, no le dolería ya nada, ni le volvería a doler más; ella
sabía hacer eso: lavarlo todo, ponerlo todo en orden como un campo de labor
recién llovido, así pensaba él y por eso quería ir a Talpa, y de eso nos
agarramos Natalia y yo para llevarlo, aunque sabíamos muy bien que no
aguantaría tantos días de camino debajo el sol y del frío de las noches de
Marzo, pero con todo y eso lo llevamos.
Yo tenía que acompañar a Tanilo porque él era mi hermano. y Natalia tenía que
ir porque ella era su mujer.
(Luz de mediodía)
Recoge la cobija, el itacate, el bulle y su sombrero y comienza a caminar.
Al principio caminó un buen trecho por su propio pié, pero luego tuvimos que
turnarnos Natalia y yo para ayudarlo cargándolo de los hombros, y así sería
mientras que el siguiera arrastrando su esperanza.
Escena Dos
(Noche, Luna y fogata)
(En derecha centro, se detiene y enciende la vela a manera de fogata.)
Yo sabía ya desde antes, lo que había adentro de Natalia ..., sabia por ejemplo
que sus piernas redondas, duras y calientes como piedras al sol del mediodía,
estaban solas desde hacía mucho tiempo.
(grillos, arroyo, búho)
Acercamiento furtivo al sitio donde está Natalia sentada, le acaricia la
cabeza, pero al verse sorprendido por el enfermo, hace como que le sacude una
alimaña y luego se sienta lejos de ella.
Natalia y yo habíamos estado solos muchas veces, pero siempre la sombra de
Tanilo nos separaba, sentíamos que sus manos ampolladas se metían entre
nosotros y se llevaban a Natalia para que siguiera cuidándolo, y así sería
siempre mientras él estuviera vivo, ¡nos estorbaba, por eso queríamos que se
muriera!, aunque está mal que yo lo diga, y eso es algo que todavía no puedo
entender, pero me acuerdo muy bien que eso era lo que queríamos.
Me acuerdo muy bien de ésas noches ..., primero nos alumbrábamos con ocotes, y
luego de cenar dejábamos que las cenizas oscurecieran la lumbrada, luego cuando
él se dormía rendido del cansancio, buscábamos Natalia y yo la sombra de algo
para escondernos de la luz del cielo. Así nos arrimábamos a la soledad del
campo, fuera de los ojos de Tanilo y desaparecidos en la noche.
(Grillos, lluvia de estrellas)
Se desnuda y se recuesta junto a la sombra retropoyectada de una Natalia
gigantesca y desnuda, que se mueve muy pausadamente dejándose querer pasivamente.
La soledad aquella nos empujaba mutuamente, a mi me ponía entre las manos el
cuerpo de Natalia y a ella eso la reconfortaba, se olvidaba de todo, cerraba
sus ojos y se quedaba dormida, con el cuerpo sumido en un gran alivio.
Siempre sucedía que la tierra sobre la que nos acostábamos estaba caliente y la
carne de Natalia se calentaba con aquél calor, a luego los dos calores juntos
quemaban y me hacían despertar de mi ensueño, entonces mis manos iban tras de
ella, iban y venían por encima de ése como rescoldo que era ella, al principio
suavemente, ¡pero luego la estrujaban como si quisieran exprimirle la sangre!.
(Gemidos, orgasmo, alivio)
Así, una y otra vez noche tras noche, hasta que el amanecer apagaba la lumbre
de nuestros cuerpos.
Escena Tres
(Sol Radiante, multitud entre el polvo bañada de sudores)
Se viste amodorrado y de mal humor, y carga las cosas y luego ayuda a su
hermano a levantarse.
Salimos desde mediados de Febrero y tardamos como veinte días en encontrar el
camino Real, hasta entonces estuvimos solos, pero desde ahí comenzaron a
juntarse gentes salidas de todas partes, gentes que habían desembocado como
nosotros en aquél camino ancho parecido a la corriente de un rio que nos hacía andará
rastras, de la tierra se levantaba con el bullir de la gente, un polvo blanco
como tamo de maíz, que se levantaba muy alto y luego volvía a caer,
Caen nubes de talco y la atmósfera se siente cargada y opresiva
de manera que siempre estábamos metidos en aquella nube de polvo, bajo el cielo
vacío, sin nubes, solo el polvo, pero el polvo no da ninguna sombra.
(Arde de impaciencia, pelea de perros)
Nunca había sentido que fuera más lenta y violenta la vida, que en aquellos
días del camino a Talpa, en que caminábamos entre un amontonamiento de gentes,
que nos empujaban por todos lados como un hervidero de gusanos apelotonados
bajo el sol.
(multitud en marcha grotesca, congelamiento)
Algún día llegará la noche en eso pensábamos, entonces podremos descansar, por
ahora se trata de cruzar el día a como dé lugar, para escapar del calor y del
sol, ahora sólo se trata de ir detrás de tantos como nosotros, y delante de
muchos otros para llegar primero a Talpa, antes de que se le acaben a la Virgen
los milagros; ya descansaremos de bien a bien cuando estemos muertos.
(Fogata, luna creciente, nopales en flor, amor con desdén y cansancio.)
Escena Cuatro
En la mitad del sueño Tanilo sufre una pesadilla y su sombra se yergue lanzando
un grito desesperado y cae, obscuro.
Los días y el cansancio se fueron sumando, Tanilo se nos caía cada vez más
seguido porque estábamos desechos, con el cuerpo lleno de flojera, pero la
gente nos encimaba y nos hacía andar más de prisa.
Abajo centro se reúnen cansados alrededor de una fogata.
Por las noches aquel tumulto desbocado se calmaba, y el horizonte se llenaba de
fogatas desperdigadas, alrededor de las cuales la gente rezaba hincada con los
brazos en cruz, y con la vista clavada en la dirección del Santuario de Talpa,
el viento traía y llevaba aquel rumor, hasta hacer de él sólo un murmullo y a
luego todo se quedaba quieto.
Un día de esos Tanilo se puso más malo, las ampollas de los pies se le
reventaron, lo cuidamos hasta que se puso bueno, pero ya no quiso seguir, nos
dijo:"Me quedaré aquí unos dos días y luego me regreso a Cenzontle".
Pero no quisimos escucharlo, había algo dentro de nosotros que nos dejaba tener
compasión por ningún Tanilo, así que ésa tarde mientras Natalia lo curaba le dio
ánimos, le dijo que estábamos más cerca de Talpa que de Cenzontla, y que sólo
la Virgen de Talpa lo curaría, había muchas vírgenes, pero sólo ella podría
hacer que él se aliviara para siempre. El se puso a llorar como un niño, y se
maldecía por haber sido tan malo, mientras las lágrimas hacían surcos por su
cara.
Escena Cinco
(Penitencia, El Alabado, tambores, Danza, cohetes)
Entre ambos cargan penosamente a Tanilo dando trastumbos
Los últimos días todo se volvió más penoso desde que Tanilo decidió hacer
penitencia, se colgó un collar de pencas de nopal y se coronó de espinas ..., y
ya en la bajada se hincó para caminar sobre sus rodillas. Así llegamos aTalpa
con aquella cosa que era mi hermano Tanilo Santos, con aquélla cosa tan llena
de cataplasmas y de hilos obscuros de sangre, que dejaba en el aire al pasar un
olor como de animal muerto.
Apenas acabábamos de entrar al atrio cantando el Alabado, cuando de repente lo
vimos metido en la danza, con su sonaja en la mano, golpeando las piedras con
sus pies amoratados y descalzos. Parecía enfurecido, como si quisiera sacudirse
de encima un coraje guardado por mucho tiempo. A lo mejor se acordó de cuando
iba cada año a bailar toda la noche en la fiesta del Señor de Tolimán y quiso
recuperar sus antiguas fuerzas.
Luego exhausto azotó su cuerpo contra el suelo, sin soltar la sonaja que quedó
repiqueteando en sus manos salpicadas de sangre, entonces tuvimos que darnos
prisa para rescatarlo de entre la furia de aquellos pies que rodaban entre las
piedras, sin saber que algo se había caído en medio de ellos.
Escena Seis
(Rezo de murmullo desesperado, panal de abejas, golpe seco.)
A horcajadas como si estuviera tullido entramos con él a la iglesia, Natalia lo
arrodilló a su lado enfrentito de la Virgen, y Tanilo comenzó a rezar en voz
alta -con su vela encendida entre las manos- dejando que le saliera una lágrima
grande salida de muy adentro, que al resbalar le apagó la vela, pero él siguió
rezando a gritos, para oír que rezaba. El tumulto de los rezos se parecía al
murmullo de las abejas espantadas por el humo. cansado de esperar el milagro
Tanilo se había quedado quieto con su cabeza recargada sobre sus rodillas, así
que cuando Natalia lo movió para levantarlo, ¡ya estaba muerto!, y bendito
Dios, se había aliviado de todo.
Escena Siete
(cantico del "Perdón oh Dios mío", primero intenso y casi inaudible
al final)
Flashazos sobre siluetas retroproyectadas en actitudes provocadoras, el
protagonista regresa a la mesita y bebe copiosamente de la botella.
Natalia y yo estamos arrepentidos de lo que pasó, pero eso no nos salvará del remordimiento,
ni nos dejará estar en paz ya nunca. Y yo he comenzado a sentir desde que
regresamos a Cenzontla que no hemos llegado a ninguna parte, que estamos aquí
de paso, y que pronto tendremos que seguir caminando sin rumbo, porque aquí
estamos muy cerca del remordimiento y del recuerdo de Tanilo.
La mamá de Natalia no preguntó nada, Natalia se puso a llorar en su hombro y de
ésa manera le contó todo lo que pasó.
(se van apagando las velas con el viento, gatos en celo)
Ella se ha olvidado de mi desde entonces, yo recuerdo cómo antes le brillaban
sus ojos, como si fueran charcos alumbrados por la luna, pero su mirada se le
borró como si la hubieran revolcado en la tierra, se olvidó de mi, todo lo que
existe para ella es el recuerdo de su Tanilo, el que ella cuidó mientras estuvo
vivo, y a quien o le ayudé a enterrar, cuando tuvo que morirse.
(Danza del abandono, muta a danza de amor, y termina en llanto de niño)
No hemos cruzado una palabra más desde que salimos de Talpa, y perece que hemos
comenzado a tener miedo uno del otro, tal vez los dos estamos muy cerca del
cuerpo de Tanilo (Ronquido y enjambre de moscas), de ese Tanilo tendido en el
petate, lleno por dentro y por fuera de un hervidero de moscas azules que
entraban y salían de su boca zumbando formando un gran ronquido, de ésa boca que
no pudimos cerrar a pesar de los esfuerzos de Natalia y míos, y que parecía
todavía querer respirar sin encontrar resuello.
De ese Tanilo a quien ya nada le dolía, pero que estaba como adolorido, con sus
manos y sus pies engarruñados, con las pupilas gigantes y los ojos bien
abiertos ¡como mirando su propia muerte!.(Cenital sobre sombra gigante de
Natalia, cual Virgen transfigurada suplicando clemencia)
Telón
León, Gto. Junio 24 del 2003
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