viernes, 26 de febrero de 2021

Talpa

B.- TALPA
De Juan Rulfo
Acto único
Escena Uno
(Interior de una habitación humilde con piso de tierra, una cama al centro, una silla y una mesa a la izquierda y un pequeño altar cerca del proscenio enmarcan el abandono en que vive el personaje, que ha caído en las garras del alcohol.)
Desaliñado y abrochándose la bragueta sale de arriba izquierda, entonando una canción popular de despecho "Para de hoy en adelante el amor no me interesa, cantaré por todo el mundo mi dolor y mi tristeza, y aunque sé que de éste golpe ya no voy a levantarme, aunque yo no lo quisiera, voy a morirme de amor ...", de súbito se da cuenta de que hay un interlocutor parado junto a la mesa y afablemente lo convida, mientras sirve dos copas:
Siéntese, la copa está servida, salú ... . Usté me cae bien, y he de sincerarme contándole la verdad: a Tanilo Santos lo matamos entre Natalia y yo, lo llevamos a Talpa pa`que se muriera, ... y se murió, desde hacía muchos días nos había pedido que lo lleváramos, desde aquél día en que comenzaron a salirle unas ampollas amoratadas repartidas por los brazos y las piernas; de las que salía cuando reventaban, algo como una goma de copal que destilaba un agua espesa, fue entonces cuando nos dijo cuánto miedo tenía de no tener ya remedio, por eso quería ir a Talpa, pa `ver a la Virgen.
(Luz cenital frente al altar, música de la transfiguración)
(Abierto se arrodilla, se santigua con reverencia y musita frases inaudibles mirando hacia el cielo)
Ella con su mirada le curaría sus llagas, y le daría el remedio para aliviarse de esas cosas que nuca se secaban. Ya estando allí frente de ella se le acabarían sus males, no le dolería ya nada, ni le volvería a doler más; ella sabía hacer eso: lavarlo todo, ponerlo todo en orden como un campo de labor recién llovido, así pensaba él y por eso quería ir a Talpa, y de eso nos agarramos Natalia y yo para llevarlo, aunque sabíamos muy bien que no aguantaría tantos días de camino debajo el sol y del frío de las noches de Marzo, pero con todo y eso lo llevamos.
Yo tenía que acompañar a Tanilo porque él era mi hermano. y Natalia tenía que ir porque ella era su mujer.
(Luz de mediodía)
Recoge la cobija, el itacate, el bulle y su sombrero y comienza a caminar.
Al principio caminó un buen trecho por su propio pié, pero luego tuvimos que turnarnos Natalia y yo para ayudarlo cargándolo de los hombros, y así sería mientras que el siguiera arrastrando su esperanza.

Escena Dos
(Noche, Luna y fogata)
(En derecha centro, se detiene y enciende la vela a manera de fogata.)
Yo sabía ya desde antes, lo que había adentro de Natalia ..., sabia por ejemplo que sus piernas redondas, duras y calientes como piedras al sol del mediodía, estaban solas desde hacía mucho tiempo.
(grillos, arroyo, búho)
Acercamiento furtivo al sitio donde está Natalia sentada, le acaricia la cabeza, pero al verse sorprendido por el enfermo, hace como que le sacude una alimaña y luego se sienta lejos de ella.
Natalia y yo habíamos estado solos muchas veces, pero siempre la sombra de Tanilo nos separaba, sentíamos que sus manos ampolladas se metían entre nosotros y se llevaban a Natalia para que siguiera cuidándolo, y así sería siempre mientras él estuviera vivo, ¡nos estorbaba, por eso queríamos que se muriera!, aunque está mal que yo lo diga, y eso es algo que todavía no puedo entender, pero me acuerdo muy bien que eso era lo que queríamos.
Me acuerdo muy bien de ésas noches ..., primero nos alumbrábamos con ocotes, y luego de cenar dejábamos que las cenizas oscurecieran la lumbrada, luego cuando él se dormía rendido del cansancio, buscábamos Natalia y yo la sombra de algo para escondernos de la luz del cielo. Así nos arrimábamos a la soledad del campo, fuera de los ojos de Tanilo y desaparecidos en la noche.
(Grillos, lluvia de estrellas)
Se desnuda y se recuesta junto a la sombra retropoyectada de una Natalia gigantesca y desnuda, que se mueve muy pausadamente dejándose querer pasivamente.
La soledad aquella nos empujaba mutuamente, a mi me ponía entre las manos el cuerpo de Natalia y a ella eso la reconfortaba, se olvidaba de todo, cerraba sus ojos y se quedaba dormida, con el cuerpo sumido en un gran alivio.
Siempre sucedía que la tierra sobre la que nos acostábamos estaba caliente y la carne de Natalia se calentaba con aquél calor, a luego los dos calores juntos quemaban y me hacían despertar de mi ensueño, entonces mis manos iban tras de ella, iban y venían por encima de ése como rescoldo que era ella, al principio suavemente, ¡pero luego la estrujaban como si quisieran exprimirle la sangre!.
(Gemidos, orgasmo, alivio)
Así, una y otra vez noche tras noche, hasta que el amanecer apagaba la lumbre de nuestros cuerpos.

Escena Tres
(Sol Radiante, multitud entre el polvo bañada de sudores)
Se viste amodorrado y de mal humor, y carga las cosas y luego ayuda a su hermano a levantarse.
Salimos desde mediados de Febrero y tardamos como veinte días en encontrar el camino Real, hasta entonces estuvimos solos, pero desde ahí comenzaron a juntarse gentes salidas de todas partes, gentes que habían desembocado como nosotros en aquél camino ancho parecido a la corriente de un rio que nos hacía andará rastras, de la tierra se levantaba con el bullir de la gente, un polvo blanco como tamo de maíz, que se levantaba muy alto y luego volvía a caer,
Caen nubes de talco y la atmósfera se siente cargada y opresiva
de manera que siempre estábamos metidos en aquella nube de polvo, bajo el cielo vacío, sin nubes, solo el polvo, pero el polvo no da ninguna sombra.
(Arde de impaciencia, pelea de perros)
Nunca había sentido que fuera más lenta y violenta la vida, que en aquellos días del camino a Talpa, en que caminábamos entre un amontonamiento de gentes, que nos empujaban por todos lados como un hervidero de gusanos apelotonados bajo el sol.
(multitud en marcha grotesca, congelamiento)
Algún día llegará la noche en eso pensábamos, entonces podremos descansar, por ahora se trata de cruzar el día a como dé lugar, para escapar del calor y del sol, ahora sólo se trata de ir detrás de tantos como nosotros, y delante de muchos otros para llegar primero a Talpa, antes de que se le acaben a la Virgen los milagros; ya descansaremos de bien a bien cuando estemos muertos.
(Fogata, luna creciente, nopales en flor, amor con desdén y cansancio.)

Escena Cuatro
En la mitad del sueño Tanilo sufre una pesadilla y su sombra se yergue lanzando un grito desesperado y cae, obscuro.
Los días y el cansancio se fueron sumando, Tanilo se nos caía cada vez más seguido porque estábamos desechos, con el cuerpo lleno de flojera, pero la gente nos encimaba y nos hacía andar más de prisa.
Abajo centro se reúnen cansados alrededor de una fogata.
Por las noches aquel tumulto desbocado se calmaba, y el horizonte se llenaba de fogatas desperdigadas, alrededor de las cuales la gente rezaba hincada con los brazos en cruz, y con la vista clavada en la dirección del Santuario de Talpa, el viento traía y llevaba aquel rumor, hasta hacer de él sólo un murmullo y a luego todo se quedaba quieto.
Un día de esos Tanilo se puso más malo, las ampollas de los pies se le reventaron, lo cuidamos hasta que se puso bueno, pero ya no quiso seguir, nos dijo:"Me quedaré aquí unos dos días y luego me regreso a Cenzontle". Pero no quisimos escucharlo, había algo dentro de nosotros que nos dejaba tener compasión por ningún Tanilo, así que ésa tarde mientras Natalia lo curaba le dio ánimos, le dijo que estábamos más cerca de Talpa que de Cenzontla, y que sólo la Virgen de Talpa lo curaría, había muchas vírgenes, pero sólo ella podría hacer que él se aliviara para siempre. El se puso a llorar como un niño, y se maldecía por haber sido tan malo, mientras las lágrimas hacían surcos por su cara.

Escena Cinco
(Penitencia, El Alabado, tambores, Danza, cohetes)
Entre ambos cargan penosamente a Tanilo dando trastumbos
Los últimos días todo se volvió más penoso desde que Tanilo decidió hacer penitencia, se colgó un collar de pencas de nopal y se coronó de espinas ..., y ya en la bajada se hincó para caminar sobre sus rodillas. Así llegamos aTalpa con aquella cosa que era mi hermano Tanilo Santos, con aquélla cosa tan llena de cataplasmas y de hilos obscuros de sangre, que dejaba en el aire al pasar un olor como de animal muerto.
Apenas acabábamos de entrar al atrio cantando el Alabado, cuando de repente lo vimos metido en la danza, con su sonaja en la mano, golpeando las piedras con sus pies amoratados y descalzos. Parecía enfurecido, como si quisiera sacudirse de encima un coraje guardado por mucho tiempo. A lo mejor se acordó de cuando iba cada año a bailar toda la noche en la fiesta del Señor de Tolimán y quiso recuperar sus antiguas fuerzas.
Luego exhausto azotó su cuerpo contra el suelo, sin soltar la sonaja que quedó repiqueteando en sus manos salpicadas de sangre, entonces tuvimos que darnos prisa para rescatarlo de entre la furia de aquellos pies que rodaban entre las piedras, sin saber que algo se había caído en medio de ellos.

Escena Seis
(Rezo de murmullo desesperado, panal de abejas, golpe seco.)
A horcajadas como si estuviera tullido entramos con él a la iglesia, Natalia lo arrodilló a su lado enfrentito de la Virgen, y Tanilo comenzó a rezar en voz alta -con su vela encendida entre las manos- dejando que le saliera una lágrima grande salida de muy adentro, que al resbalar le apagó la vela, pero él siguió rezando a gritos, para oír que rezaba. El tumulto de los rezos se parecía al murmullo de las abejas espantadas por el humo. cansado de esperar el milagro Tanilo se había quedado quieto con su cabeza recargada sobre sus rodillas, así que cuando Natalia lo movió para levantarlo, ¡ya estaba muerto!, y bendito Dios, se había aliviado de todo.
Escena Siete
(cantico del "Perdón oh Dios mío", primero intenso y casi inaudible al final)
Flashazos sobre siluetas retroproyectadas en actitudes provocadoras, el protagonista regresa a la mesita y bebe copiosamente de la botella.
Natalia y yo estamos arrepentidos de lo que pasó, pero eso no nos salvará del remordimiento, ni nos dejará estar en paz ya nunca. Y yo he comenzado a sentir desde que regresamos a Cenzontla que no hemos llegado a ninguna parte, que estamos aquí de paso, y que pronto tendremos que seguir caminando sin rumbo, porque aquí estamos muy cerca del remordimiento y del recuerdo de Tanilo.
La mamá de Natalia no preguntó nada, Natalia se puso a llorar en su hombro y de ésa manera le contó todo lo que pasó.
(se van apagando las velas con el viento, gatos en celo)
Ella se ha olvidado de mi desde entonces, yo recuerdo cómo antes le brillaban sus ojos, como si fueran charcos alumbrados por la luna, pero su mirada se le borró como si la hubieran revolcado en la tierra, se olvidó de mi, todo lo que existe para ella es el recuerdo de su Tanilo, el que ella cuidó mientras estuvo vivo, y a quien o le ayudé a enterrar, cuando tuvo que morirse.
(Danza del abandono, muta a danza de amor, y termina en llanto de niño)
No hemos cruzado una palabra más desde que salimos de Talpa, y perece que hemos comenzado a tener miedo uno del otro, tal vez los dos estamos muy cerca del cuerpo de Tanilo (Ronquido y enjambre de moscas), de ese Tanilo tendido en el petate, lleno por dentro y por fuera de un hervidero de moscas azules que entraban y salían de su boca zumbando formando un gran ronquido, de ésa boca que no pudimos cerrar a pesar de los esfuerzos de Natalia y míos, y que parecía todavía querer respirar sin encontrar resuello.
De ese Tanilo a quien ya nada le dolía, pero que estaba como adolorido, con sus manos y sus pies engarruñados, con las pupilas gigantes y los ojos bien abiertos ¡como mirando su propia muerte!.(Cenital sobre sombra gigante de Natalia, cual Virgen transfigurada suplicando clemencia)                                                                      

Telón     

      

    León, Gto. Junio 24 del 2003

 

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