viernes, 26 de febrero de 2021

Pedro Páramo

A- PEDRO PÁRAMO
AUTOR: JUAN RULFO
Adaptación : IGNACIO PEREZ CERVANTES

Acto I
Escena I
Hijo.- ¿Cómo dice Usté que se llama el pueblo que se vé allá abajo?.
Abundio.- Comala Señor...
Hijo.- ¿Está seguro que ya es Comala?.
Abundio.-. Seguro, Señor...
Hijo.- ¿Y porqué se vé ésto tan triste?.
Abundio.- Son los tiempos, Señor...¿Y a qué va Usted a Comala?, si se puede saber...
Hijo.- Voy a ver a mi Padre.
Abundio.- Bonita fiesta que le va a armar, a lo mejor se pondrá muy contento después de tantos años que nadie viene por aquí. ¿Y qué trazas tiene su Padre, si se puede saber?.
Hijo.- No lo conozco, solo sé que se llama Pedro Páramo.
Abundio.- Ah, vaya.
Hijo.- Hace mucho calor aquí.
Abundio.- Ya lo sentirá más fuerte cuando llegue a Comala aquello está sobre las brazas en la mera boca del Infierno, dicen que los que ahí se mueren, al llegar al Infierno, ¡regresan por su cobija!.
Hijo.- Conoce Usted a Pedro Páramo?, ¿Quién es?.
Abundio.- Una sombra de Abandono, un Rencor vivo, Yo también soy hijo de él y mire, toda esta tierra que podemos abarcar con la mirada es de él. Lo chistoso es que nuestras madres nos parieron en un petate..., aunque éramos hijos de Pedro Páramo, Mire ya estamos llegando, por allí tiene que bajar usté, por ésa cañada.
Hijo.- Se ve como si todo estuviera abandonado.
Abundio.- No es que nomás lo parezca. Así es, aquí no vive nadie.
Hijo.- Y Pedro Páramo?.
Abundio.- Hace ya muchos años que murió... , hasta la vista.
Hijo.- Oiga no sabe dónde puedo encontrar alojamiento?.
Abundio.- (a lo lejos) Busque a Doña Eduviges.

Escena II
(Baja la cuesta y toca una puerta)
Edu.- Soy Eduviges Dyada, pase usté, ¿De modo que usté es hijo de ella?.
Hijo.- ¿De quién?.
Edu.- De Doloritas.
Hijo.- Si, pero ¿cómo lo supo?.
Edu.- Ella me aviso que Usté vendría, y que llegaría hoy.
Hijo.-¿Ella?. Mi madre murió hace siete días.
Edu.- Pobre, por eso su voz se oía tan débil, como si tuviera que haber atravesado una distancia muy grande para llegar hasta aquí. ¿Y cuanto hace que se murió?.
Hijo.- Hace ya como siete días.
Edu.- Pobre, éramos muy amigas y nos hicimos la promesa de morir juntas para darnos ánimos en el otro viaje, nos queríamos mucho. Tu madre era tan bonita, tan tierna que daban ganas de quererla. De modo que ya me lleva ventaja, ¿no?.Pero ten la seguridad que pronto la alcanzaré. Solo yo entiendo lo lejos que esta el cielo de nosotros; pero conozco cómo acortar las veredas. Todo consiste en morirse Dios mediante hasta cuando uno quiera, y no cuando Él lo disponga. Hum, si me oyera mi Madre, la quebrada de dientes que me daría por andar blasfemiando.... Mira, aquí te vas a quedar a dormir.
Hijo.- ¿Aquí?.., oiga, no tendrá siquiera un petate que me preste.
Edu.- No lo vas a necesitar, has de venir rendido de cansancio, y el sueño es muy buen colchón pa`eso.... . .... Ven, vamos a la cocina para que tomes algo.
Hijo.- No, estoy cansado, hay mañana, gracias y que pase buenas noches.
Edu.-(todo queda en penumbras) Oye, ¿has oído alguna vez el quejido de un muerto?.
Hijo.- No, Doña Eduviges (Se persigna).
Edu.- Pos más te vale.
(Oscuro Total) P E S A D I L L A

Escena III
( A la mañana siguiente después del canto del gallo tocan la puerta).
Hijo.- Pase Doña Eduviges, buenos días.
Damiana.- No me llamo Eduviges, soy Damiana. Supe que estabas aquí y vine para invitarte a mi casa, allá tendrás dónde descansar.
Hijo.- ¿Damiana Cisneros?, me acuerdo que mi madre me habló de una tal Damiana que me cuidó cuando era niño.... . ¿A poco es Usted?.
Damiana.- Si soy yo, te conozco desde que abriste los ojos.
Hijo.- Qué gusto, y qué nochecita me pase aquí. Vámonos de una vez, no me dejaron en paz los gritos. ¿Usté no oyó nada de lo que estaba pasando?, como que estaban asesinando a alguien, (grito). ...iré, ..., ¿si oyó?.
Damiana.- Tal vez sea el eco que se quedó aquí encerrado. De esa ventana colgaron a Toribio Alderete hace muchos años ..., y ahí lo dejaron colgado para que su cuerpo no encontrara reposo, ha de andar penando por ahí, ... pero si no hay llave llave para ésta puerta, no sé cómo pudiste entrar.... .
Hijo.- Doña Eduwijes la abrió, me dijo que éste era el único cuarto que tenía libre.
Damiana.- ¿Eduwijes Dyada?
Hijo.- Ella misma.
Damiana.- Hay, pobre Eduwijes, también ha de andar penando todavía.
(Caminan) Este pueblo está lleno de ecos, tal parece como si estuvieran encerrados adentro de las paredes, ó debajo de las piedras. No voltees ..., camina, Cuando caminas parece que te van siguiendo los pasos, se oyen crujidos, .. y risas, unas risas ya muy viejas, como cansadas de reír. Y un hervidero de voces, que sólo los grillos pueden espantar. Yo ya no me espanto. Hubo una noche en que estuve oyendo el rumor de una fiesta, y me acerqué para ver el mitote aquél, y vi lo que estamos viendo ahorita: ... nada, nadie, y las calles solas como ahora,..., pero no me extraño, y es que la alegría cansa. Hay veces en que oyes clarito platicar a la gente, como si las voces salieran por las hendiduras, así que no te me asustes Juan .... Juan Preciado te llamas ¿verdá?... .
Hijo.- ¿A usté también le avisó mi Madre que vendría?.
Damiana.- Y a propósito, qué me cuentas, ¿cómo está tu Mamá?.
Hijo,- Murió ...
Damiana.- Mira, ¿Y de qué murió?.
Hijo.- No pude saberlo, tal vez de tristeza, suspiraba mucho.... .
Damiana.- Huy, eso sí es malo..., . Cada suspiro es como un sorbo de vida del que uno se deshace. Ya llegamos.... (Abre la puerta y se coloca adentro).
Hijo.- ¿Usted no lo sabía, no vino a visitarla?.
Damiana.- Y yo cómo iba a saberlo, si hace añales que no la veo.
Hijo.- ¿Entonces cómo supo que yo había llegado ?. (Se cierra la puerta)
Damiana, ¡Ábrame!, dígame Damiana, ¿está usté viva?, Damianaaa, ¡Dmiaaaannaaa!

ACTO II
Escena I
(Después de esforzarse fallidamente por entrar)
Hermana.- Hey tú, porque gritas tanto, ¿a quién buscas?
Hijo.- Vine a buscar.... , a buscar a mi Padre.
Hermana.- Pues aquí no vive (abre la puerta fácilmente), pero pasa a tomarte un café, no te quedes ahí parado.
Hermano.- Buenos noches muchacho, anda toma asiento, estás en tu casa.
Hermana.- ¿Lo quieres con piloncillo?
Hijo.- Oigan, ¿No están ustedes muertos verdá?
Hermano.- Hum ... , creo que éste, está borracho.
Hermana.- No... , sólo está asustado, ¿que no oías los gritos que pegaba?
Hermano.- Síííí... , pero andaba en el corral.
Hermana.- Al dar vuelta a la esquina oí que alguien se quejaba, y a luego ya nomás lo vi dándose de cabezazos contra nuestra puerta. A ver, ¿qué te pasa ...?.
Hijo.- Me han pasado tantas cosas desde que llegué, que ahorita mejor quisiera dormirme.... .
Hermano.- Pos ándele, por ahí acomódese donde se le antoje. (bosteza) Yo creo ya es tarde ... ¿vamos a acostarnos, ¿ó qué... ?, ¿P`os mejor o qué!, ya era hora .... , ¿no?.
Hermana.- Sí, ya es hora.
(Penumbras)
Hermana.- ¿Quién será?.
Hermano.- Quien sabe.
Hermana.- ¿Y cómo vendría a dar aquí?.
Hermano.- Pos sabe, como que le oí decir algo de su Padre.
Hermana.- Sí, algo de eso le oí decir, ¿no andará perdido?, acuérdate de aquellos que llegaron un día buscando dizque Los Confines... , y que tu no les supiste decir dónde quedaba eso.
Hermano,- Si me acuerdo, pero ya déjame dormir, que todavía no amanece.
Hermano.- Pos ya debe faltar poco, y tú me dijiste que te despertara antes del amanecer... , pero no me dijiste para qué.
Hermano.- Y a poco ya quieres que me levante ya, ... déjame dormir. ¿Qué no oíste lo que dijo ése cuando llegó, que lo dejáramos dormir.. , eso fue lo único que dijo.
Hermana.- Acaba de moverse. Oye, y si cuando despierte empieza a hacernos preguntas.... .
Hermano.- ¿Qué preguntas puede hacernos ... ?
Hermana.- Pos no sé ... , algo tendrá qué decir, ¿no?.
Hermano.- Ya cállate mujer, no lo molestes con tus enredos, debe de estar muy cansado.
Hermana.- Mira, se mueve, ¿Te fijas cómo se revuelca?, igual que si lo zangolotearan por dentro ... . Lo sé porque a mí también me ha sucedido.
Hermano.- ¿Qué te ha sucedido a ti... ?.
Hermana.- Pós aquello... .
Hermano.- ¿... De qué hablas, por Dios.?
Hermana.- No hablaría si no me acordara, al ver a ese rebulléndose ... . De lo que me sucedió a mí la primera vez que lo hiciste, y de cómo me dolió y de lo mucho que me arrepentí de eso.
Hermano.- ¿De cuál eso?.
Hermana.- Si ..., De cómo me he sentido después de aquella noche, Porque aunque tú no quieras tomarlo así , ¡ ... yo supe que estaba mal hecho!.
Hermano.- No es hora pa`que me vengas con ésos cuentos, mejor ya duérmete y déjame dormir ... .
Hermana.- Ya .... , ya va siendo hora de que te levantes, porque conste, yo sólo estoy haciendo lo que tú me pediste, y tú dijiste que te recordara ... .
Hermano.- ¡Déjame en paz, mujer... !.
Hermana.- Ya debe haber amanecido ... , puedo ver a ése hombre desde aquí, y si lo veo es porque hay luz bastante para verlo. Míralo cómo se mueve. Si se ofrece, nomás falta que sea un malvado, y eso nos traerá el mal a la larga ... , míralo parece que ya no puede con su alma. Se rebulle como un condenado y tiene todas las trazas de un hombre del mal... , se restriega contra el suelo y babea, ¡levántate Adonis, ha de ser alguien que debe muchas muertes .... , y tú ni lo reconociste!.
Hermano.- Duérmete por caridad, y déjanos dormir ... , no pasa de ser un pobre hombre.
Hermana.-¡Y porqué me voy a dormir si no tengo sueño!.
Hermano.- Entonces .... , ¡ levántate y lárgate a donde no des más guerra!
Hermana.- Eso haré, me iré a prender la lumbre.
Hermano.- Pos órale, ¿qué esperas?.
Hermano.- Ya voy ...
(Canta el gallo y clarea el amanecer)

Escena II
(distanciados, ambos beben sorbos de café)
Hermana.- No tenemos más, Usté perdonará, pero es que estamos tan escasos de todo.
Hijo.- Por mi no se preocupe, Yo estoy acostumbrado. ¿y cómo se vá uno de aquí?
Hermana.- ¿Pa`donde?.
Hijo.- Pá donde sea ... .
Hermana.- Pós hay hartos caminos ... , ese que sale por aquí va para Contla, aquél otro va derecho a las faldas del Volcán y luego a la Sierra. Ése que viene de allá, no sé pa`donde irá, y dicen que hay otro que cruza toda la tierra ... , ése es el que va más lejos.... .
Hijo.- Se me hace que ése es por el que yo llegué ... .
Hermana.- ¿Y pa`donde va?.
Hijo.- Va pa` Sayula.
Hermana.- Yo creía que el de Sayula era éste ... , dicen que hay mucha gente por allá ¿no?.
Hijo.- Pos, la misma que en todas partes ... .
Hermana.- Figúrese usté, Y nosotros aquí solos, siempre desviviéndonos por conocer siquiera tantito de la vida.
Hijo.- Oiga y por cierto, ¿a dónde fue su marido?.
Hermana.- No es mi marido. Es mi hermano ... ; aunque él no quiere que nadie lo sepa. Mmm.., ha de haber ido a buscar al becerro que anda desbalagáo, creo que eso me dijo ... .
Hijo. ¿Y hace mucho que viven aquí ... ?.
Hermana.- Desde siempre, aquí nacimos.
Hijo.- Ah, ..., entonces debieron conocer a Dolores Preciado.
Hermana.- Pos a lo mejor Adonis si sabe.. . Yo no salgo nunca desde siempre... , bueno ni tan siempre. Quiero decir desde el día en que él me hizo su mujer. Desde entonces me la paso encerrada ... , tengo miedo que la gente me vea. ¿Verdad que estoy para dar miedo ..... ?, Mire ..., míreme la cara ... .
Hijo.- No encuentro nada extraño, ¿qué es lo que quiere que le mire?
Hermana.- ¿Qué no ve esas manchas como jiotes que me llenan de arriba a abajo?, Es ..., el Pecado. Y eso es sólo por fuera, porque por dentro estoy hecha un mar de lodo.
Hijo.- Pero quién podría verla .... , he recorrido el pueblo de cabo a rabo y aquí no vive nadie.
Hermana.- Eso se afigura usté, Dígame si Doroteo, Prudencia y Doña Melquiades no viven .... , y a luego todos los demás, ¿apoco me va a decir que no viven?. No, lo que pasa es se la pasan encerráos. De día no sé qué harán, pero en las noches se la pasan en su encierro. En esas horas las calles están llenas de espantos, si viera usté el gentío de ánimas que andan sueltas, En cuanto oscurece comienzan a salir, y a nadie le gusta verlas, son tantas que ya ni la lucha le hacemos por rezar para que salgan de sus penas .... , ¿para qué?, no ajustarían nuestras oraciones para tantos, si acaso les vendría tocando un pedacito de Padrenuestro a cada una, y eso no les sirve para nada.(se oyen pisadas). ¡Ya viene!, ¿oyó usté ... ?.
Hijo.- Sí lo oigo ... , ¡ya no está lejos!.
(Se abre la puerta)
Hermana.- ¿Y qué pasó con el becerro?.
Hermano.- Me fui siguiéndole el rastro, pero ya sé a dónde asiste, y ésta misma noche lo agarraré.
Hermana.- ¿Me vas a dejar sóla ésta noche?.
Hermano.- Puede que si ... .
Hermana.- No podré soportarlo, necesito que estés conmigo, sólo así estaré tranquila.
Hermano.- Pos te vas a aguantar, porque tengo que ir por él antes que se me desbalague... .
(Sollozo y largo silencio)
Hijo.- .... Acabo de saber que son hermanos.
Hermano.- ¿Si ...?, pues yo lo sabía desde hace mucho, muchísimo tiempo antes que ustè... , y mire, no quiero que intervenga en medio, ni nos gusta hablen de nosotros.
Hijo.- Discúlpeme, yo lo decía en plan de entendimiento ... , no quise ofenderlo.
Hermano.- ¿Y qué entiende usté?.
Hijo.- Nada, ...cada vez entiendo menos. (se levanta). Bueno gracias por todo, Me voy .... , aprovecharé la luz que queda para regresar al lugar de donde vine.
Hermano.- Será mejor que se espere, no tarda en oscurecer y hay partes del camino
que están enmarañados de breñas .... , y eso es peligroso. Se podría Usté perder ... , Si se espera, mañana yo mismo lo encaminaré ... .
Hijo.- Está bien .... .

Escena III
(Otra vez la noche, cantan los grillos)
Hermana.- Ya se durmió ... .
Hijo.- No ... , no tengo sueño, he dormido todo el día ... ,¿ y dónde anda su hermano?
Hermana.- Se fue ..., usté oyó que tenía que ir por el becerro. Quizá no venga ésta noche.
Hijo.- ¿De manera que siempre se fue?
Hermana.- Sí ..., y creo que al igual que todos, no volverá más nunca.
Hijo.- No exagere ... , ¿No pensó en usté?.
Hermana.- No creo, se ha de haber ido como todos: "que si ahorita vengo ..., que si voy a ir aquí ..., que si tengo que ir más allá", y a luego nunca volvieron, se fueron alejando tanto que hasta se olvidaron de todo ... , a él le ha de haber pasado igual, ... siempre había tratado de irse, y creo que ahora si se le llegó su turno. Quizá sin yo saberlo, me ha dejado aquí para que Usté me cuidara ... (sollozo).
Hijo.- Tenga fe, no se preocupe ... , él volverá.
Hermana.- Si se despierta en la noche ..., dejé algo en las brazas que puede calmarle el hambre ... . Son lo único que pude conseguir.
Hijo.- Está bien, gracias .. , que descanse.
Hermana.- Adonis no volverá, se lo vi en sus ojos. estaba esperando a que alguien viniera para irse, (Se incorpora), ven. ahora tú te encargarás de cuidarme. ¿O qué, no quieres cuidarme?, ... ven, acuéstate aquí conmigo .
Hijo.- No, me quedaré en el mismo rincón, al fin que la cama ha de estar igual de dura que el suelo ... .
Hermana.- No ..., ven ..., allí te van a comer las turicatas, ven tengo ... miedo.
(Suspiros y orgasmo-lluvia)
Hijo.-Allá afuera ha de estar variando el tiempo, mi madre me decía que en cuanto comenzaba a llover, la tierra reseca se llenaba de luces y del olor verde de los retoños. Me contaba cómo llegaba la marea de las nubes, cómo se echaban sobre la tierra y la descomponían cambiándole de colores .
Hermana.- Yo hace tantos años que no alzo la vista, que ya hasta me olvidé del cielo. Desde que el Obispo me negó la absolución, el cielo está tan alto, y mis ojos tan sin mirada. Para mí el cielo está aquí, abrazada a ti donde estoy ahora, si, sé bien que fue por culpa de mis pecados, pero él no debía habérmelo dicho así, de por si va uno
arrastrándose por la vida con tantos trabajos, yo le quise explicar que la vida nos había acorralado poniéndonos uno junto al otro, estábamos tan solos aquí que de algún modo teníamos que poblar éste mundo. Y no quiso escuchar más , me dejó con los ojos sucios de vergüenza y se fue con la cara dura, sin mirar atrás, como si hubiera dejado aquí la imagen de la perdición. Y nunca volvió, por eso este pueblo está lleno de ánimas, un puro vagabundear de gente que murió sin perdón.

Acto III
Escena I
........... (Diálogos entre sombras gigantes)
Dolores .- Ve .., allá hallarás mi querencia, mi lugar, mi pueblo, allí donde uno quisiera vivir para la eternidad ..., . Allí donde el aire cambia el color de las cosas, en ése valle donde los sueños me enflaquecieron... . Allí donde se ventila la vida, como si fuera un puro murmullo de la eternidad.
Hijo.- Sí, a mi me mataron los murmullos; se me habían venido juntando, hasta que se me reventaron las cuerdas y no pude soportarlo.
Dolores.- Prométeme que cuando me muera irás a buscarlo, no dejes de ir a visitarlo, estoy segura que le dará gusto conocerte. Hijo pero no vayas a pedirle nada, ¡exígele lo nuestro, lo que estuvo obligado a darme y nunca me dio, el olvido en que nos tuvo, ¡Cóbraselo caro!, y no temas yo estaré a tu lado. allá me oirás mejor, encontrarás que es más cercana la voz de mi recuerdo. Ahhh, sus llanuras verdes, el rizar de la tarde con una lluvia de triples rizos, el viento que mece las espigas... , y el color de la tierra mojada , el olor de la alfalfa recién cortada y el pan, un pueblo que huele a miel derramada..., mi pueblo, que se levantaba lleno de árboles en medio de la llanura, como una alcancía donde quedaron guardados todos nuestros recuerdos ...
Hijo.- Desde que salí de la casa de aquella mujer que me prestó su cama, desde entonces fue cuando ya no sentía calor, se me deshizo entre las manos en el agua de su sudor, y entonces fue cuando me entró el frío, lo sentía salir de mi propia sangre, fue cuando reconocí que estaba asustado, por eso me fui a meter entre el alboroto que había en la plaza, creí que estando entre la gente se me bajaría el miedo. Y luego cuando se apagaron los murmullos de la plaza, te apareciste tú para avisarme que ya estaba muerto.
Dolores.- Ya déjate de miedos, y trata de pensar en cosas más agradables, porque aquí vamos a estar juntos mucho tiempo ...
Hijo.- Oye ..., cómo conociste a Don Pedro?.

Escena II
........ (Detrás de la pantalla, dos mujeres suben la ladera con un cántaro de agua al hombro)
Dolores joven.- Parece que ahí viene ya la lluvia, está muy negra ésa nube ...
Damiana.- Vamos a darnos prisa, yo no me puedo mojar, oye ...¿No es Filoteo Aréchiga aquél que viene por el camino real?.
Dolores joven.- Sí, es él, hazte la disimulada.
Damiana.- Vamos ya, .... anda diciendo la gente que él es el que le consigue las muchachas a Don Pedro.
Dolores joven.- Tú vete tranquila y nomás no vayas a pelar carrera, dejándome aquí sola chiquita.
Damiana.- Hay, cómo crees, ¿Y a quién de las dos crees que le habrá echado el ojo Don Pedro?.
Dolores joven.- Ya saliste con tu batea, pòs seguramente a ti
Damiana.- A mí se me afigura que a ti.
Dolores joven.- Mira, ya no corras.. yo creo que iba a bañarse, se desvió rumbo al arrollo.
Damiana.- uufff, de la que nos escapamos.
Dolores joven.- La mera verdá, yo con ése viejo no quiero tener nada qué ver, mejor vámonos.

Escena III
............(Música del Romancero y la Luna, diálogo entre sombras bailando sobre manta)
Pedro.- Mira Doloritas, óyeme bien, mañana en amaneciendo voy a venir por ti para casarnos y llevarte a vivir a la hacienda.
Dolores.- Hay Don Pedro ..., ¿y si mi padre se me muere de la rabia?, con lo viejo que está ..., no, ya nunca me perdonaría, si por mi culpa llegara a pasarle algo, yo soy la única que lo atiende, ¿y qué tanta prisa tiene de robarme?, aguántese tantito, que él ya no tardará en morirse,
Pedro.- Mañana temprano te voy a mandar dos mulas, para que acarrees lo que necesitas, y al mediodía vendré por ti para llevarte.
Dolores.- De veras Don Pedro déjeme pensarlo.
Pedro.- Eso me dijiste hace un año. Por las buenas te lo pregunto ¿no te vas a ir conmigo?.
Dolores.- Necesito pensar...
Pedro.- Entiéndelo, no puedo más. No sabes cuánto me gustas, y ya no me puedo andar aguantándome las ganas. Así que te vas conmigo, o te vas conmigo.
Dolores.- Entiéndelo Pedro, tenemos que esperar a que él se muera, así me llevarás contigo sin robarme.
Pedro,- Ya no puedo esperar, ya deja que él se las avenga sólo, tú estás joven y bonita, y eso no dura mucho. No faltará cualquier vieja que venga a cuidarlo, aquí lo que sobran son almas caritativas.
Dolores.- Te digo que no puedo, nomás de pensarlo me da pena, por algo es mi padre.
Pedro.- Entonces ni hablar, ahorita mismo me voy por Juliana tu prima, que se desvive por mí. (Se acaba la música)
Dolores.- Está bien, tú eres libre, ya no tengo nada que decirte.

Escena IV
Dorotea.- Pero si yo estuve a punto de ser tu madre, ¿nunca te lo comentó ella?.
Hijo.- No.
Dorotea.- Ha de haber sido por la vergüenza. La cosa es que el mero día de la boda, la luna andaba brava con tu madre, y entonces fue a verme toda apurada para decirme que no podía, que se le hacía imposible acostarse ésa noche con Pedro Páramo.
Dolores sombra.- De veras que no puedo, por lo que más quieras ayúdame, anda tu por mí, no lo notará.
Dorotea.- Yo era un poquito más joven, y menos morena, pero eso ni se nota en la oscuridad. Así que le dije: "no puede ser Dolores, ve tú".
Dolores.- Por caridad, hazme ése favor, yo te lo pagaré con otros.
Dorotea.- Y sí, los ojos tristes de tu madre, bien que sabían convencer. Además tu madre no sabía que a mí también me gustaba Pedro Páramo. Me acosté con él con gusto, con ganas me atrenchilé a su cuerpo, pero el jolgorio de la fiesta lo había dejado rendido, se pasó toda la noche roncando, tempranito me levanté para ir a buscar a tu madre y le dije:" ahora anda tú, que ya es otro día".
Dolores sombra.- ¿Y qué te hizo?.
Dorotea.- Todavía no lo sé le dije ... . Y al año siguiente naciste tú, pero no de mi, aunque estuvo a punto de que así fuera, qué cosas ¿no?. Nombre la de cosas que han pasado... Él le dio muy mala vida, desde muy al amanecer se levantaba para poner el nixtamal y siempre andaba de acá para allá sin descanso hasta poner todo en orden, pero ella aunque como todas se ilusionó al principio, de bien a bien nunca quiso a tu padre, y aunque estaba hecha para aguantar lo peor, con el paso de los días sus ojos humildes se endurecieron, hasta que una tarde,
(Llanto entrecortado de Dolores y suspiros muy profundos. Entra Pedro.)
Pedro Páramo.- ¿Y por qué suspira usté tanto Doloritas?,
Dolores sombra.- Hahhh, quisiera ser zopilote, pá volar muy lejos, y llegar hasta donde vive mi hermana.
Pedro Páramo.- Pos no faltaba más, y ahora mismo se me va usté a ver a su hermana, (Da ordenes) Hortensia, prepara las maletas de la Señora, y dile a Jacinto que tenga lista la carreta, ten la seguridad que allá estarás más a gusto... .
Dolores Sombra.- Adiós Don Pedro ..., hasta luego.
Pedro Páramo.- Adiós, que tengan buen viaje Doloritas ....
Dorotea.- El día que se fue, algo me sacudió el corazón y entonces supe que nunca más la volvería a ver, se fue teñida de rojo bajo el crepúsculo ensangrentado del cielo, dejaba atrás éste pueblo del que muchas veces me dijo: "lo quiero por tí, pero lo odio por todo lo demás ..., hasta por haber nacido en él.(Se oye un galope y Dorotea se sobresalta).
Hijo.- ¿Qué está pasando?
Dorotea.- Es el caballo de Miguel Páramo, que regresa todas las tardes buscándolo, quizá el pobre no puede con su remordimiento..., ¿lo oyes?.
Hijo.- No yo no he oído nada de lo que usté dice... .
Dorotea.- No, entonces quizá sea un don de Dios, ó una maldición, nomás yo he sabido lo que he sufrido a causa de esto...., todo comenzó aquella noche en que oí regresar su caballo a la Media Luna, me extraño porque siempre regresaba no tan temprano, sino ya muy entrada la madrugada. se iba a visitar una novia que tenía en Contla, y estaba muy lejos, ¿lo oyes?, ahí viene de regreso... .
Hijo.- No, no oigo nada ...
Dorotea.- Mmmm, pos ha de ser nomás cosa mía, yo lo oigo tan clarito... estaba ya recostada y en eso tocaron la puerta y fui a abrir, era él Miguel Páramo, no me extraño nada, pues en un tiempo hubo muchas noches en que se quedaba a dormir aquí conmigo, hasta que se encontró esa escuincle que le sorbió los sesos.(Al Aparecido) Y ahora que te traes Miguel, ¿te dieron calabazas?.
Miguel Páramo.- No, ella me sigue queriendo..., pero ya no pude encontrarla, se me perdió el pueblo, había mucha neblina y según mis cálculos fui más allá de Contla, tú has de creer que estoy loco, pero no, no encontré nada.
Dorotea.- No, loco no andas, has de estar muerto, acuérdate de mucha gente te advirtió que en una de tantas ese caballo te iba a matar, si .... has de haber andado haciendo tus locuras y eso ya es otro asunto.
Miguel Páramo.- No, no quise ir a rodear y nomás enfilé al Colorado para que brincara el lienzo de piedra que recién mandó a arreglar mi Padre, estoy seguro que lo brinqué.... y después seguí corriendo envuelto en ésa neblina de humo espeso.
Dorotea.- Animas benditas.., mañana tu Padre se retorcerá del dolor, vete y descansa en paz, ah, y gracias por venir a despedirte. Y desde ése día el animal no ha tenido reposo ni sosiego, como que se siente despedazado y carcomido por dentro. ¿cómo hasta los animales se dan cuenta cuando cometen un crimen, no?

Escena V
(Murmullo de voces, entran con el bulto)
Fulgor .- Aquí, descánsenlo aquí sobre la alfombra.
Hombre.- Mejor de una vez arriba de la cama.
Fulgor.- No, hay que quitarle esa ropa sucia que trae, diles que me traigan ropa limpia, y arrímame jabón y agua, no hagan ruido que Don Pedro está descansando ...
(Se abre la Puerta y aparece Don Pedro)
Pedro Páramo.- Quién es él.
Fulgor.- Es Miguel, Don Pedro... (llantos y sollozos en la cocina)
Pedro Páramo.- ¿Quién fue?, ¿Qué le hicieron?
Fulgor.- Nadie le hizo nada, él solo se encontró con la muerte ...
Hombre.- Lo mató el caballo.
Pedro Páramo.- Estoy comenzando a pagar lo que debo, y más vale empezarle temprano para acabar más pronto. (Galope y relincho muy cercanos) Fulgor, ahora que pase todo me matas ese animal para que no siga sufriendo.
Fulgor.- Está bien Don Pedro. lo entiendo, se ha de sentir desolado.
Pedro Páramo.- Así a de ser, ah, y dile a esas mujeres de la cocina que no armen tanto escándalo, es mucho alboroto por mi muerto, si fuera de ellas, no le llorarían con tantas ganas.

Escena VI
(Tocan la Puerta)
Viejo.- Usté disculpe padre, mi patrón Don Pedro me mandó a buscarlo, está en la iglesia esperándolo, murió Miguel su hijo, y Don Pedro le suplica que lo acompañe.
Sacerdote.- Hay aire y sol, hay nubes. Allá arriba un cielo azul y detrás de él tal vez haya canciones, tal vez mejores voces.. . Hay esperanza en suma. Hay esperanza para nosotros, contra nuestro pesar ... (Odio) Pero no para tí Miguel Páramo que has muerto sin perdón y no alcanzarás ninguna gracia. (Entran con la caja)
Viejo.- Padre, queremos que nos lo bendiga.
Sacerdote.- No ... , fue un mal hombre y no entrará en el Reino de los Cielos. Y Dios me los tomará a mal si intercedo por él.(Se acerca Pedro).
Pedro Páramo.- Padre, yo sé cuanto lo odiaba desde que me lo acusaron de haber matado al hermano de usté, y a luego el caso de su sobrina Ana, violada por él según su juicio, pero le pido que lo considere y lo perdone como quizá Dios ya lo haya perdonado ... , aquí le dejo una ayudita para su iglesia. (Sale)
Sacerdote.- (Toma las monedas y las pone junto al Cristo) Aquí están Señor, son tuyas. el puede comprar la salvación, tú sabrás si éste es el precio, por lo que a mí respecta te doy gracias Señor, gracias que te lo llevaste de ésta tierra donde hiso tanto mal, allá tú si lo perdonas, porque yo te voy a seguir pidiendo que lo refundas en el meritito infierno, por mi ojalá que lo condenes, que bien ganado tiene su premio. (Pausa) Si Señor lo sé, yo soy el que cargo con mucha culpa en todo esto, porque desde que Pedro Páramo se hizo mayor, fue creciendo como una mala yerba y yo me quedé callado.
Voces.- Me acuso padre, que ayer me dormí con Pedro Páramo.... Me acuso Padre que voy a tener un hijo de Pedo Páramo ... Me acuso de que ayer le presté a mi hija, a Pedro Páramo ... .
Sacerdote.- Y siempre me quedé esperando a que él viniera algún día a acusarse de algo para entonces si llamarle la atención, y nada, nunca se acercó por aquí, y a luego estiró los brazos de su maldad con ese hijo que tuvo. al que él reconoció sólo Dios sabe por qué. lo que si sé es que yo le puse en sus manos ése instrumento.

Escena VII
Sacerdote.- (Con un Bulto) Don Pedro, la mamá murió al alumbrarlo. Dijo que era hijo de usted, aquí lo tiene.
Pedro Páramo.- ¿por que no se queda con él Padre?, hágalo Cura.
Sacerdote.- No, con la sangre que lleva, no quiero tener ésa responsabilidad.
Pedro Páramo.-¿ De verdad cree usté que llevo mala sangre?
Sacerdote.- Realmente si Don Pedro, tengo sobradas pruebas de ...
Pedro Páramo.- Pos yo le voy a probar que eso no es cierto, póngalo por ahí, aquí sobrará quien se encargue de cuidarlo.
Sacerdote.- En eso pensé precisamente, al menos aquí no le faltará el sustento.
Pedro Páramo.- Damiana, encárgate de ésa cosa, es mi hijo. Se va a quedar a comer con nosotros verdá Padrecito ...
Sacerdote.- No puedo Don Pedro, mañana es viernes primero y tengo un montón de mujeres esperándome junto al confesionario, otra vez será.

Acto IV
Escena I
Pedro Páramo.- ...desde niño, y por todos los días de mi vida siempre pensaba en ti Susana San Juan, en las lomas verdes en que retozábamos cuando éramos chiquillos, a donde nos íbamos a volar papalotes entre los vientos locos de Marzo. Recuerdo aquella noche en que había una luna grande en medio del mundo, se me perdían los ojos mirando cómo los rayos de la luna te bañaban la cara. No me cansaba de ver esa aparición que eras tú. Suave, restregada de luna; tu boca abullonada, humedecida, irisada de estrellas, y tu cuerpo transparentándose en el agua de la noche ... Susana, Susana San Juan. De tú me acordaba, cuando tú estabas allí mirándome con tus ojos de agua marina, y tus labios mojados, como si los hubiera besado el rocío. Pero hace tanto ya que te fuiste siguiendo los pasos cansados de tu padre, y hoy estás escondida
lejos, mucho más allá de todo, detrás de la inmensidad de Dios a donde yo no puedo alcanzarte, ni verte, y a donde ya no llegan mis palabras, ha empezado a llover y las gotas caen resbalando por la ventana como si fueran lágrimas iluminadas por los relámpagos, y cada vez que respiro, suspiro, y sigo pensando en tú Susana.

Escena II
Don Fulgor.- Patrón, lo andaba buscando, ¿a que no sabe a quién me acabo de topar?
Pedro Páramo.- ¿A quién?.
Fulgor.- Al mismísimo Bartolomé San Juan.
Pedro Páramo.- ¿y que lo trae por acá, no lo has averiguado?
Fulgor.- No, lo vi llegar derechito a la antigua casa de Usté, desmontaron y metieron las maletas a la casa , hasta me afiguré que de antemano usté ya se las había alquilado, nomás vine a ponerlo al tanto.
Pedro Páramo.- Así que han venido los dos.
Fulgor.- Sí, él y su mujer.
Pedro Páramo.- No, ¡ha de ser Susana su hija!
Fulgor.- Pos, por el modo como la trata más parece su mujer.
Pedro Páramo.- debe ser ella, ve a descansar, yo me encargo.
Fulgor.- Con su permiso.
Pedro Páramo.- (Solo) Susana..., esperé treinta años a que regresaras, Esperé a tenerlo todo, todo lo que se pudiera conseguir de modo que no me quedara pendiente más que el deseo de tí. ¿Cuántas veces le escribí a tu Padre diciéndole que se vinieran a vivir aquí, que yo lo necesitaba, que lo quería nombrarlo administrador?, ¿Y qué me contestó? ..., el mandadero me contaba que tu padre rompía las cartas sin leerlas apenas las recibía, luego supe que te habías casado, y que enviudaste muy pronto y te regresaste a vivir con tu padre. Después les perdí la pista y vino un largo silencio.
Mandadero.- No los encuentro Don Pedro, sólo sé que salieron de Mascota, unos me dicen que pál rumbo de la Costa, otros que no, que se encaminaron rumbo a Talpa, pero nada, no los hallo.
Pedro Páramo.- Sigue buscando y no repares en gastos, ni que se los hubiera tragado la tierra. (pausa) Hasta que un día vino y me dijo:
Mandadero.- He repasado toda la Sierra hasta que al fin he dado con ellos, viven en una covacha perdida entre los montes, juntito a las minas de la Andrómeda, que hace mucho están abandonadas.
Pedro Páramo.- Y luego se corrió el rumor de gentes levantadas en armas por todas partes, eso fue lo que orillo a tu padre a decidirse a regresar, no por él, según me dijo en la carta que al final me mandó, sino por tu seguridad, quería traerte a un lugar habitado para protegerte, desde ése momento el cielo se abrió para mí y lloré de alegría al saber que por fin regresarías.

Escena III
Bartolomé.-Hay pueblos como éste que saben y huelen a desdicha, se les reconoce por su aire viejo y entumido. allá de dónde venimos, al menos te entretenías mirando el nacimiento de las cosas, nubes, pájaros, ranas ....,¿te acuerdas?. Aquí en cambio sólo podrás percibir que todo está amarillo y acedo, untado de desdicha. Y aunque aquí tengamos todo lo que necesitamos, no debemos estarle agradecidos a Don Pedro, (Trance) ...algo me dice que somos infortunados por haber llegado aquí, porque aquí no tendremos salvación alguna, lo presiento.
Susana.- Hay Papá, yo no creo que sea tan malo Don Pedro, a nosotros siempre nos ha tenido buena voluntad .....
Bartolomé.- Mentira, ¿Sabes que me ha pedido?, ya me imaginaba que nada de esto era gratuito, yo estaba dispuesto a que se cobrara con mi trabajo, y nunca le he pedido nada regalado, así que le detallé todo lo referente a la Andrómeda, y le hice ver que si se trabajaba con método, la veta aún tenía muy buenas posibilidades. ¿Y sabes qué me contestó? "No me interesa su mina, lo único que quiero de usted es su hija, ése ha sido su mejor trabajo". ¿Cómo la vez, es eso buena voluntad?. y hasta me contó que mucho jugaron cuando eran niños, que te conoce bien y que hasta se llegaron a bañar juntos en el río, de haberlo sabido te habría matado a cintarazos.
Susana.- (Risas)No lo dudo.
Bartolomé.- ¿Fuiste tú la que dijiste, no lo dudo?
Susana.- Si yo fui, pero mira Bartolomé ya corren otros tiempos, y ahora las decisiones de mi vida las tomo yo. Así que déjame hacer mi vida.
Bartolomé.- Pero hija, ¿de manera que estás dispuesta a acostarte y entregarte a él?
Susana.- Sí Bartolomé, si llegara a tomar ésa decisión, no dudes que lo haría.
Bartolomé.- ¿Qué no sabes todo lo que se dice de él, que ha estado casado y ha tenido infinidad de mujeres?
Susana.- Sí Bartolomé, lo sé.
Bartolomé.-No me digas Bartolomé, ¡soy tu padre!, Y mira ya le he dicho que aunque eres viuda, estás decidida a guardarle luto a tu marido. He tratado de mil formas de disuadirlo, pero nomás se le hace la mirada torva cuando le hablo de tú y a luego cierra los ojos, es un engendro de maldad, y muy larga también su lista de muertitos ¿cómo puedes pensar en ligar tu vida con alguien así?, además, ni lo conoces.
Susana.- (Risa y transformación) ¿y quién soy yo?
Bartolomé.- Tú eres mi hija, mía, la hija de Bartolomé San Juan.
Susana.- no, no es cierto..., no es cierto.
Bartolomé.- Susana ..., hija ¿qué hemos hecho?¿Por qué se nos ha podrido el alma ?. Este mundo que nos aprieta por todos lados, que va vaciando puños de nuestro polvo aquí y allá, deshaciéndonos en pedazos como si rociara la tierra con nuestra sangre. ¿por qué?. (Forcejeo) Tu madre decía que cuando menos nos quedaba la caridad de Dios. Y tú la niegas ahora Susana. ¿Porqué me niegas como tu padre?, ¿estás loca?.
Susana.- ¿Qué no te habías dado cuenta (lo amenaza).
Bartolomé,.- Hija, por Dios. ¡estás loca!.
Susana.- Claro que si, ¿que no lo sabías?

Escena III
Pedro Páramo..- ¿Sabías Fulgor que ésa es la mujer más hermosa que se ha dado por éstas tierras?, y yo que la creía perdida para siempre. y si la vida me debía ésta oportunidad no voy a desaprovecharla, ¿tú me entiendes, no?, por eso necesito de que convenzas al viejo, que se vaya al monte a seguir explorando su mina, préstale lo que necesite para que la trabaje, y nada de que se le vaya ocurrir andar cargando con la hija, ésa yo me encargo de cuidársela.
Fulgor.- Como usté mande Patrón. Y yo me alegro mucho, de que veo que se le están reverdeciendo a usté los ánimos. Y eso me cuadra.
Pedro Páramo.- Dejaremos que agarre confianza ... y a luego, me imagino que no será tan difícil desaparecerlo por aquellas regiones a donde no va nadie, ¿no lo crees?.
Fulgor.- Pos no lo veo difícil.
Pedro Páramo.- Pos andando Fulgor, andando que yo necesito el campo libre.
Fulgor.- ¿Y si ella lo llegara a saber?.
Pedro Páramo.- Noooo, a ver dime aquí entre nosotros dos, ¿quién se lo dirá?.
Fulgor.- Pos, casi estoy seguro que nadie.
Pedro Páramo.- Entonces vele quitando el "casi", y ya verás cómo todo sale bien. Dile que allá va a estar su trabajo, y aquí nomás su casa a donde venga a reconocer, díselo así Fulgor.
Fulgor.- Así se hará, con su permiso.

Escena IV
Pedro Páramo.- Aprecio mis tierras, estas lomas pelonas de la Media Luna, Y todo lo hice por tú Susana, Susana San Juan ..., te vi venir, como que ya estabas aquí desde siempre. Pensaba en tí Susana, y en las lomas verdes, donde volábamos papalotes en la época del aire, el aire nos hacía reír (suelta más Hilo ..., más, más, noooo, el aire está muy fuerte, lo va a romper ...) y entre risas juntaba las miradas y el brillo de los ojos (risas) echando maromas el Papalote herido cae arrastrando su cola de hilachos.
Pensaba en tí, Susana San Juan ..., de ti me acordaba mirándome en tus ojos de agua marina, encima de todas las nubes estabas escondida, mucho más allá de todo , escondida detrás de la inmensidad de Dios, de ése Dios Justiciero y Vengador, amparada por su Divina Providencia, lejos a donde yo no podía alcanzarte, ni verte, y a donde no se escuchaba mi voz, a donde no llegan mis palabras.
Pero desde hoy estas aquí, bajo mis cuidados, bajo mi generosa devoción por cada una de tus miradas ...., por el brillo de tus labios, cuando están mojados como si los hubiera besado el rocío. Era la época en que había chuparrosas, se oía el zumbido de sus alas entre las flores del Jazmín, que se caía de flores ....

Escena V
Don Lucas Sombra.- Se me malogró Fulgor, Dios así lo quiso, se me malogró ... .
Fulgor.- No se abrume Parón. ¿De dónde diablos habrá sacado esas mañas éste muchacho?.
Don Lucas.- Yo no esperaba de él nada, y me salió un inútil, un flojo de marca.
Fulgor.- Usted no se merece eso.
Don Lucas.- Y mira, no cuento con él para nada, lo pienso y creo que ni de bordón me servirá cuando ya esté viejo. Se me malogró Fulgor, qué le vamos a hacer..., retírate que ahí viene, voy a hablar con él, ¿qué andas haciendo Pedro, qué no andabas trabajando?.
Pedro Páramo joven.- No fui, como está enferma la mujer de Rogelio, nomás me pone a cuidar al niño, me la paso cargándolo, ya estoy harto. Además lo que me pagan es una morusa, no me alcanza para nada.
Don Lucas.- No estás ahí para ganar dinero, por ahora eres sólo el aprendiz de un oficio y con el tiempo, cuando ya sepas algo, entonces podrás exigir, por ahora es necesario que te resignes.
Pedro Páramo.- ¿Resignarme yoooo?, no, yo no estoy para resignaciones. (Sale)
Don Lucas.- Pedro detente, vuelve acá..., por Dios Pedro, escucha... .
Pedro Páramo.- ¿Dios?, ¿Cuál Dios?.
Don Lucas.- Tú y tus rarezas hijo, pero...abjurar de tu Dios, eso si es imperdonable. (Risas) Siento que te va a ir mal Pedro, ...presiento que te va a ir muy mal Pedro Páramo.

Escena VI
La Muerte de Don Bartolomé San Juan y Noche de Bodas

Escena VII
El Víctima .- No me mató, a lo mejor si traía intenciones, pero el cielo no quiso ... tenía sangre por todas partes, y al enderezarme chapotié con mis manos la sangre regada en las piedras, montonales de sangre, y toda era mía, pero no me morí, éste ojo se me torció desde ése día, dizque de la impresión, lo cierto es que estoy vivo, y me volví más hombre, porque el cielo es grande, ¡eso ni quién lo dude!.
(Voces que preguntan)
No, no creo que haya tenido intenciones de matarme, yo creo que nomás quería darme un susto, me preguntaba que si hacía dos años yo había estado en una boda celebrada en Vilmayo el Día de San Cristóbal, pero no ..., por ahí ni conozco.
La Vecina.- Pos qué suerte tuvo, porque dicen que Don Pedro casi acabó con los asistentes a la boda ésa donde mataron a su padre. y yo supe que la bala iba dirigida al novio, pero nomás dígame... en el rebote le tocó a Don Lucas, y como siempre nunca se supo de dónde había salido la bala, Pedro Páramo arrasó parejo, pa no fallar. No, si era cosa seria.

Escena VIII
Dolores.- Se estaba oyendo una voz de mujer, yo creí que eras tú la que hablaba.
Dorotea.- ¿Voz de mujer?, ha der ser la de la sepultura grande, con la humedad
comienza a removerse entre el sueño.
Dolores.- ¿Y quién es ella?
Dorotea.- La última esposa de Pedro Páramo, unos dicen que estaba loca, otros que no, pero la verdad es que ya hablaba sola desde que llegó, ¿qué le oíste decir?.
Dolores.- Hablaba de su madre.
Dorotea,. Pos qué raro, si ella ni madre tuvo ..., a si ya me acordé, sí ella nació aquí, sólo que se dio a conocer poco, siempre estaba cuidando a su madre que estaba muy enferma.
Dolores.- Eso decía , que nadie la había venido a ver el día que se murió.
Dorotea.- Es cierto, como murió de Tisis, nadie se paró en su casa de puro miedo.

Escena IX
Susana.- Estoy acostada en la misma cama donde murió mi madre, hace ya muchos años. entonces era cuando yo me dormía entre sus brazos, en el lugarcito donde siempre me acurrucaba. A veces he llegado a sentir todavía el golpe pausado de su respiración, y las palpitaciones y suspiros con que ella arrullaba mi sueño en ésta misma cobijita de lana, estoy aquí queriendo sentir otra vez la pena de su muerte, pero eso es falso, sé que estoy aquí boca arriba, pensando en aquel tiempo para olvidar mi soledad.
Era febrero, me acuerdo, con sus mañanas llenas de viento loco, gorriones y luz azul, el viento bajaba de las montañas y dejaban encumbradas las nubes allá arriba, dejando vacío el cielo azul. Era ésa época, los gorriones reían, revoloteando perseguían a las mariposas que volaban entre espasmos y suspiros, vistiendo de plumas las espinas de las ramas: mientras otros jugaban picoteando las hojas que había cosechado el viento. en las lomas se mecía el rastrojo, y me dio lástima que ella ya no volviera a mirar el juego del viento entre los jazmines. Te acuerdas Justina..., llenaste al zaguán de sillas, y planchaste su vestido negro, almidonando el cuello y los puños, y allí estuvo ella en medio de los cirios, con su cara pálida y los dientes asomándose apenas entre sus labios amoratados. Y nadie vino a verla, así estuvo mejor, La muerte no se reparte como si fuera un bien, además ya nadie anda en busca de más tristezas. Al día siguiente la enterramos con ayuda de aquellos hombres alquilados que cargaron y enterraron el cuerpo con la paciencia de su oficio, luego con ojos indiferentes te dijeron: "Es Tanto". Un largo sollozo quedó entre el silencio anclado, ya pardeaba cuando te dije:"Vámonos Justina aquí nomás hay una cosa muerta, ella ya está en otra parte".

Escena X
Dorotea.- No lo creas él la quería de a deveras, estoy por decir que nunca quiso a ninguna mujer como a ésa. Tan la quiso que aunque ya se la entregaron añosa, sufrida y loca, él se desvivió porque nada le faltara el poco tiempo que estuvieron juntos, su amor por ella rayaba en lo sobrehumano, tan así que se pasó el tiempo que le quedaba sentado en su equipal, mirando el polvoso camino por el que se la llevaron al camposanto. Desde ahí le perdió interés a todo, dicen que lo agarró la desilusión, lo cierto es que desalojó las tierras y mandó a quemar los enseres, a luego los echó a todos los que estaban en su casa y se sentó en su equipal, de cara al camino.
La tierra se quedó baldía y como en ruinas, se fue también llenando de achaques y de plagas desde que la dejaron sola. Los días fueron llenándose de adioses, y hasta nos parecía cosa alegre el ir a despedir a los que se iban, con intenciones de volver, pero nadie regresó, al parecer a todos se les olvidaron sus promesas. Yo me quedé aquí por no tener a dónde ir, y otros pocos se quedaron con la ilusión de ver morir a Don Pedro. porque decían que les había prometido heredarle sus bienes, y nada, pasaron años y más años y él seguía vivo, siempre allí sentado, fue entonces cuando yo empecé a morirme de hambre y creo que ya nunca me voy a emparejar.
Y todo por las ideas de Don Pedro, por sus pleitos del alma, y todo porque se le murió su mujer, la tal Susanita, ... ya te has de imaginar si la quería.

 

 

 


                                               TELÓN COMO LLUVIA DE POLVO.




 

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